Jacinto fue feliz, inmensamente feliz los últimos tres años de su vida. No sabemos más de él, sólo que llegó a nosotros una mañana de Sábado. No recordaremos lo triste, su historia, su pasado, la circunstancia en que lo rescatamos pues donde esté, queremos que reciba sólo nuestro agradecimiento y cariño.
Recordaremos los buenos momentos, su capacidad de sobreponerse; su sensata calma, su mirada y compañía; su afición por los balcones, su amistad inquebrantable, de años y para siempre con Catalina.
Gracias a todas las personas que lo ayudaron. Gracias Rosi pues sin tu determinación y profundo amor por los animales, Jacinto no hubiera llegado con Gepda: gracias por rescatarlo.
Gracias a los voluntarios que mientras no tuvo un hogar, se preocuparon por hacerlo sentir en familia.
Y sobre todo gracias Beti por abrirle tu corazón y tu hogar y hacerlo el perrito más amado y feliz de este mundo.
Jacinto, enero de 2009